miércoles, 13 de junio de 2007

Viajes

La noche del 3 de abril pasó a un tiempo justo, ni excesivamente veloz, como para olvidar todos los deberes y placeres, ni tan lenta como para anestesiarme.

Subí al micro y advertí algo de lo que ya tenía una sospecha. La sensación se repitió cuando bajé perdida en Retiro y nadie me había ido a buscar; existen determinadas cosas que es mejor, mucho mejor, hacerlas en soledad, puesto que de lo contrario vivimos atados a las desavenencias ajenas. En ese momento, tomé un café, leí el diario, saqué el pasaje de regreso y me marché para la casa de Sebastián. Rumbo a dicho destino advertí, una vez más, que Buenos Aires es asfixiante y hermosa. En algún sentido no es tan diferente a Mar del Plata, esto para mí supone temerle menos, fluir en ella, en sus callecitas adoquinadas, en sus multitudes trabajadoras, en su alteridad desafiante, en todo, todo, lo que exalta y provoca. Quizás es ahí en donde las pequeñeces que surgen de la comparación la vuelven potencialmente atractivas. Buenos Aires guarda dentro un híbrido de culturas. La metrópoli, lo que quita de aire, lo llena con extravagancia, una que es disimulo para sus habitantes, que pasa desapercibida, pero a su vez, rebosa de saberes, de ofrecimientos, de posibilidades infinitas, esas que ningún aire marplatense podrá esparcir; esa diferencia magna y su condicionante e hipócrita felicidad homogeneizante, hace que Mar del Plata exude un carácter aplastánte y apático del que es difícil escaparse. Excesivo miedo fluye en ambas, pero en la primera, vencerlo es condición necesaria para hacer cualquier cosa, de lo contrario, caerías en un hoyo sin fondo. En cambio, Mar del Plata, esconde infinitas posibilidades, más bien son pocas, pero bajo variadas formas, para resguardarse. Buenos Aires sigue siendo para mí un desafío, más aún en este momento, cuando advierto la falacia de la eternidad, la importancia de defender la vida, y por tanto cae toda lealtad a lo imposible e infinito…Buenos Aires podría representar esa lealtad, al menos, como ideal. Esta, mi batalla, es una lucha contra el tiempo, contra el deber, contra el pasado y, principalmente, con la apatía y la decepción, es un combate por algo más deseable, que no es necesariamente territorial. Note una curiosidad, por ejemplo, cuando estaba en el recital de Placebo ( me referiré a él en otro artículo) me llamó la atención que si bien todos referían a una estética vinculada a la banda, no había demasiada producción y ahí donde estaba presente, se veía como naturalizada para la cultura capitalina. Sin embargo, el grupo de marplatenses se distinguían por su carácter forzadamente engalanado en el disfraz y la pintura, demasiado notoria la predisposición al evento hasta un extremo por el qué su diferencia era más artificial que cultural. Yo en cambio experimenté estar dentro de ella, sentía que Buenos Aires me había tragado y que viajaba en sus venas, quizás, porque desde hace tiempo, ese sea un lugar digno para soñar, suspirar aires viciados y perderse por un ratito, aunque no estoy segura si para siempre.

6 comentarios:

  1. Hola ile:
    UF!!! que buen texto, no sólo porque esta expresado bellamente sino porque hace producir en el que lo leer (al menos en mi) infinidad de sensaciones palpables, y ademas uno no puede dejar de leer.

    Con respecto a en vaiven de las ciudades (es sólo una opinión de mediodía de entresemana, así que no me exijas demasiado)... no pienso lo mismo que vos por venir de un pueblesillo pequeñin; para mi mar del plata es grande, casi gigante, y nunca llego a hacer todo lo que quisiera; pero a la vez sé que a genios creadores y trotamundos mentales (ponete donde prefieras o en los dos, jje)se les hace muy dificíl encontrarce en Mar del Palta; pero al fin es uno quien debiera dictar y no las ciudades (aunque es un intercambio).

    un abarazoide che!!Aguante mirar con revovadas miradas

    tuiti

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  2. Holas! Trotamundos mental es una linda categoría,me gustó, igual siempre hace falta un poco de ajuste con la acción. Comparto lo de los dictados propios. Lo que describo es una sensación que me deja, por comparación, Buenos Aires. Si no la hubiera transitado,quizá existiría ninguna contradicción y eso es aburrido. Ese deseo parte de que me seduce su alteridad, su provocación y el desafío, algo que quizás tenga que ver con lealtades imposibles, escribí, pero que hacen que opere sobre cierta apatía marplatense con otra energía. No quiero ser apática, uniforme y conformista; pero el deseo de intentar no ser, sentir y hacer de esas maneras, se lo debo a la metrópoli, aunque de lo posible no se sabe tanto como creíamos(como suponía Silvio)

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  3. No podría haber descrito a Buenos Aires tan bien, aunque debe ser que ya me aclimaté a ella (las ciudades se mencionan más con género femenino, vaya a saber porque, quizás un machismo que pretende verla como madre o como amante) y ya dejé de percibir esa provocación y ese encanto tan fuertemente como antes.

    Pero a cambio de eso, de alguna forma terminé convirtiendome en mi pero más en mi circunstancia, con el perdón de Ortega y Gasset, y termino viendo en mi mismo actitudes buenos aires que me seducen y me asustan como lo hacía antes la propia ciudad.

    A ver si un día que venis nos juntamos a tomar un feca o lo que sea. Abrazo!

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  4. Así que, después de un tiempo, apareces en formato blog.
    Buenos Aires, si si si. Sabemos de este lado que es lo que te produce. Y ya conoces lo que MDQ me produce a mí. Las ciudades vistas a intervaos irregulares no te dejan nunca conocerlas, siempre tenés la sensación de que en la esquina que no doblaste pudo haber algo que te perdiste.
    Sobe lo del público BA vs MDQ... acá la farsa también se viste para recitales, pero son los que se van adelante de todo para que la banda pueda ver el mismo tipo de gente en las primeras 10 filas... o en realidad, como dijo una vez Marilyn Manson, ellos se visten igual que yo porque yo les mostré una forma de expresarse... pero la línea entre la imitación y la personalidad, vos viste, es así como ínfima.

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  5. Me sumo a la ola de bienvenidas a este cúmulo de ensayos y errores donde cualquier nos lee y deslee como choripán al paso.
    ¿No es raro esto de concientizar que se escribe para un otro? No deja de ser un poco falaz, pero por lo menos tiene más vínculo con ese concepto que a vos tanto te gusta: el criterio de realidad.
    Casquivaneemos juntos, el camino es largo y soez, y no siempre la soledad es la mejor compañera, aunque tanto enseñe.

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  6. Gracias a Todos! Qué lindo es leerlos por acá. Dogo Y Hochman, de formas diferentes, tanto hemos hablado de la metrópoli!, ya saben un poco de todo esto que siento por Buenos Aires y que pongo en palabras. Con vos Dogo, además, la transitamos juntos, y casi en túneles paralelos, estando yo acá y vos allá. Leo, en mi próximo viaje te aviso y nos vemos.Pongan las direcciones de sus blogs, (no se como enlazarlos) así nos leemos. Nico, el criterio de realidad debe de gustarme mucho porque me es dificil de entender, jejeje! Igual, cuando escribí estas cosas nunca pensé en mostrarlas, es decir, no las escribí para un otro (al menos no todas, sino hubiera sido más considerada en algunas con el lector), puede ser que para el fantasma, que siempre se apodera de toda nuestra obra. Pero me gusta pensar que la verdadera conciencia es la del ahora, la de ser leída, y es una alegría impensada.

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