martes, 20 de julio de 2010

Historia y amistad


"Desde la antigüedad, la amistad ha constituido una relación fundamental; una relación social en cuyo ámbito los individuos contaban con cierto margen de libertad, con cierta capacidad de elección (limitada, sin duda) que les permitía experimentar relaciones afectivas sumamente intensas. La amistad tenía también implicaciones económicas y sociales - la persona estaba obligada a socorrer a los amigos, etc. En los siglos XVI y XVII va desapareciendo este tipo de amistad, al menos en la sociedad masculina, y va convirtiéndose en algo distinto. Desde el siglo XVI, encontramos escritos en los que se critica expresamente la amistad, tenida como un foco de peligros.
El ejército, la burocracia, la administración, las universidades, las escuelas, etc.- en el sentido que tienen estos términos en la actualidad- encuentran un obstáculo en amistades tan intensas. En todas estas instituciones, se advierte una considerable actividad para disminuir o debilitar esas relaciones afectivas, señaladamente, en las escuelas. Uno de los problemas más acuciantes que se planteaban, a la hora de abrir nuevas escuelas, a las que debían acudir centenares de niños, era el de impedir no sólo que tuvieran relaciones físicas, sino incluso que trabaran amistad. A este fin, sería sumamente interesante analizar la estrategia desplegada por los jesuitas en sus establecimientos, los cuales, tras comprobar la imposibilidad de anular la amistad, trataron de controlar simultáneamente las distintas funciones que tenían el sexo, el amor, la amistad, a fin de limitar sus efectos. Una vez estudiada la historia de la sexualidad, deberíamos intentar explicar la historia de la amistad o de las amistades, en plural, una historia que se revelaría sumamente interesante" Michel Foucault

MICHEL FOUCAULT, UNA ENTREVISTA: SEXO, PODER Y POLÍTICA DE LA IDENTIDAD


En medio del debate suscitado en torno al reconocimiento en nuestro país del matrimonio gay, me interesaba dejarles una entrevista a Foucault en la que elabora algunos pensamientos en torno a una serie de cuestiones que fueron tratadas en las disquisiciones del Senado en un nivel argumentativo que, a mi entender, dejó bastante que desear antes que dar para pensar (http://www.hartza.com/fuckault.htm). En particular me refiero a los argumentos sobre "Dios", la naturaleza, "el hombre" y la "mujer", la historia, etc. para referirse a las preferencias sexuales y la institución familia y, menos problematizada, la relación entre sexualidad y libertad en referencia a la intervención del Estado. Uno de los aspectos problemáticos según mi opinión en esos discursos es que se acepte cierta normativización de las nuevas relaciones, formas intensas de amor, amistad y formas de creación posibles que se generan a través de la sexualidad por fuera y muy a pesar de las intervenciones y regulaciones del Estado. Pareciera ser que el reconocimiento de éste de un estado de hecho habilitó numerosos discursos en la sociedad que en busca de cierta legitimidad y aceptación intentan normalizar modos de vida producidos e instaurados por nuestros deseos, que no son invariantes sino potencialidades creadoras y que, en ese sentido, habrían tenido y tienen un potencial de resistencia a cierta normalización de las conductas. Pues “el ejército, la burocracia, la administración, las universidades, las escuelas, etc. —en el sentido que hoy tienen esas palabras— no pueden funcionar con amistades tan intensas”. Por ello, la posibilidad y el derecho de la libertad a elegir y crear nuestra sexualidad y formas de relaciones no es una prerrogativa que nos otorga el Estado ni una cierta aceptación social, sino una práctica cultural efectiva de esa libertad que, por el contrario, limita las intervenciones sobre nuestra conducta sexual a través de ese potencial creador, modos de vivir inclasificables, formas de relacionarnos y amar que inventamos y multiplicamos. Al respecto, me parece importante que a pesar de la ampliación de la posibilidad de contraer matrimonio para todos/as en la Argentina mantengamos vigente, que no eludamos o abandonemos, el debate acerca de si es preferible aplicar a nuestras relaciones libres el modelo de la vida familiar, o el de esas las instituciones que van a la par con la familia. O, en todo caso, qué otras relaciones más ricas, más interesantes y más creativas que las relaciones sociales propias de la familia podemos crear.

lunes, 19 de julio de 2010

CHANGELING THE LOST-SEGUNDA PARTE


El mundo detrás de la máscara

“Desde niño, es cierto, desde niño. Cuando jugaba en la casa paterna,
en Buenos Aires, lo que más atraía a Jayme, era organizar expediciones
en pos de la Ciudad Encantada. Pronunciábamos los nombres mágicos
como si paladeara dulces:Trapalanda, Elelín…”
Mujica Laínez, “La Ciudad Encantada” en Misteriosa Buenos Aires


Existen infinitos nombres para faeria y tres lugares llamados Arcadia. Uno se encontraba en el peloponeso, un segundo territorio asumido en las fábulas como un paraíso sobrenatural de incomparable belleza y al fin la tierra dominada por las hadas, de aún mayor e inconmensurable hermosura, pero a la vez, una región terrorífica para los humanos.
Arcadia está custodiada por bosques mortales y coloridos, montañas hechas de partes roídas de huesos, junglas de oscuros y retorcidos metales y en sus zonas árticas caen copos de nieve de vidrios partidos. Sus costas están decoradas por fantasmales embarcaciones abandonadas. Todos sus bordes y plieges están rodeados por laberintos de espinas y fuertes tormentas eléctricas.

jueves, 1 de julio de 2010

Identidad


Se sintió advertido en soledad y se irguió en las formas del espía o del asesino, es decir, podía ser cualquiera. En todos, como todos, debió marcharse de su hogar temporal, del engaño cotidiano, de incógnito entre las multitudes hastiadas de ser multitud.
Le venían ganas de reírse (no sabía de dónde) parado frente a la vitrina que, cual espejo, le devolvía la imagen de una sombra. Reparó en que una arista de la oscura figura parecía concreta, sólo en el instante en que se pensó a sí mismo en aquél tiempo y espacio. No pudo tolerarlo y rápidamente eligió un rostro lejano y se mandó a mudar indiferente, sin paraguas, destino o voluntad. Liviano se entretejía en la otredad y la cadencia de aquél viejo temor se volvía suave con la contigüidad de los cuerpos.