“El colonialista llega a no poder imaginar un tiempo histórico
que se haga sin él. Su irrupción en la historia del pueblo
colonizado, es deificada, es transformada en una necesidad absoluta”
Franz Fanon
Montserrat Huguet incluye en el título de su artículo "El proceso de descolonización y los nuevos protagonistas", dos conceptos que fueron y son objeto de polémica para la historiografía.
¿A qué denominamos proceso de descolonización? y ¿Quiénes son los nuevos protagonistas que emergen del mismo? A partir de estos interrogantes, no me propongo discutir hechos históricos, sino reflexionar acerca de las implicancias y riesgos derivados de ciertas maneras de pensar esos procesos y a esos actores, presentes en la definición que Huguet hace de los conceptos y en los argumentos que sostienen su interpretación histórica.
Huguet sitúa al término “proceso de descolonización” dentro de un debate en el que tanto el enfoque de este autor, así como las diversas interpretaciones que cita sobre la problemática historiográfica, se inscriben en una mirada que privilegia las relaciones político institucionales entre naciones y metrópolis, a escala mundial, entre los años 1947 y 1965¿ Cuáles son las implicaciones y los límites de esta perspectiva?
Detengámonos, en primer lugar, en el problema de la periodización. Huguet supone al fenómeno de la descolonización como un proceso de una duración casi estructural y a escala planetaria, inmanente a desarrollos históricos iniciados en el siglo XIV; ya que según la definición más general que propone se trata de “una constante histórica vinculada a cada uno de los episodios coloniales desde el inicio de la Edad Moderna”[1], cuyo máximo desarrollo se produce desde la caída de los imperios marítimos ultramarinos[2] hasta la integración del Tercer mundo al escenario de confrontación bipolar a mediados de la década del 60’. La primera limitación de este supuesto es que el autor desestima toda diferencia histórica durante seis siglos que no suponga la modificación en la naturaleza de la dominación operada por las potencias a escala mundial.En efecto, según Huguet, los “viejos y nuevos protagonistas” de esa transformación, que permanece constante e invariable por una largo período, serán por definición sujetos de poder: “las naciones descolonizadas” y las potencias hegemónicas colonialistas y neo-colonialistas (o post-colonialistas).
que se haga sin él. Su irrupción en la historia del pueblo
colonizado, es deificada, es transformada en una necesidad absoluta”
Franz Fanon
Montserrat Huguet incluye en el título de su artículo "El proceso de descolonización y los nuevos protagonistas", dos conceptos que fueron y son objeto de polémica para la historiografía.
¿A qué denominamos proceso de descolonización? y ¿Quiénes son los nuevos protagonistas que emergen del mismo? A partir de estos interrogantes, no me propongo discutir hechos históricos, sino reflexionar acerca de las implicancias y riesgos derivados de ciertas maneras de pensar esos procesos y a esos actores, presentes en la definición que Huguet hace de los conceptos y en los argumentos que sostienen su interpretación histórica.
Huguet sitúa al término “proceso de descolonización” dentro de un debate en el que tanto el enfoque de este autor, así como las diversas interpretaciones que cita sobre la problemática historiográfica, se inscriben en una mirada que privilegia las relaciones político institucionales entre naciones y metrópolis, a escala mundial, entre los años 1947 y 1965¿ Cuáles son las implicaciones y los límites de esta perspectiva?
Detengámonos, en primer lugar, en el problema de la periodización. Huguet supone al fenómeno de la descolonización como un proceso de una duración casi estructural y a escala planetaria, inmanente a desarrollos históricos iniciados en el siglo XIV; ya que según la definición más general que propone se trata de “una constante histórica vinculada a cada uno de los episodios coloniales desde el inicio de la Edad Moderna”[1], cuyo máximo desarrollo se produce desde la caída de los imperios marítimos ultramarinos[2] hasta la integración del Tercer mundo al escenario de confrontación bipolar a mediados de la década del 60’. La primera limitación de este supuesto es que el autor desestima toda diferencia histórica durante seis siglos que no suponga la modificación en la naturaleza de la dominación operada por las potencias a escala mundial.En efecto, según Huguet, los “viejos y nuevos protagonistas” de esa transformación, que permanece constante e invariable por una largo período, serán por definición sujetos de poder: “las naciones descolonizadas” y las potencias hegemónicas colonialistas y neo-colonialistas (o post-colonialistas).