miércoles, 25 de julio de 2007

Realismo mágico sanjuanino

Los funerales de Doña Inés

"Si en la mayoría de los escritores el fantasma es la fuente de la obra,
para estos escritores el fantasma se ha convertido
en lo que la obra pone en juego, en su última palabra,
como si toda la obra reflejara su propio origen."
Deleuze

I

San Juan no conoce los inviernos húmedos de Las Pampas. Sobre un desierto nació un jardín encantado, detenido en el tiempo, bajo una bóveda de estrellas cercanas, cercado por las imponentes cordilleras. Tras esas cumbres intimidantes se esconden secretos milenarios. Sus habitantes han aprendido su lenguaje y, con ello, a respetar al paisaje de una naturaleza demoledora y conservadora a la que debieron adaptarse con las estrategias más pintorescas, constituyendo una verdadera cultura regional, exponente único del crisol que es la Argentina, profundamente consustanciada con sus raíces indígenas.
Esa tarde de febrero, Doña Inés, mi bisabuela, había decidido que elegiría el momento de su muerte y aún agonizante en el lecho, su espíritu se negaba a las demandas de su frágil salud.–Descanse mamá, vaya en paz- Le decía Guillermo, su hijo mayor. Inés insistía con ser su propio destino, aferrándose a la vida con los restos de un cuerpo que había crecido libre de urbanidad. Sus formas habían sido moldeadas por el trabajo en la tierra a la que sus ancestros veneraban y de la cual ella también se abastecía; sus manos fortalecidas por amasar a diario el pan casero y sus pies hinchados de pisar la vid. Su rostro marcado por los niños que perdió a causa de los padecimientos ante los cuales no existían alivios.

martes, 17 de julio de 2007

El intelectual como problema

“Tratad mi libro como un par de lentes dirigidos hacia el exterior,
y bien, si no os sirven tomad otros, encontrad vosotros mismos
vuestro aparato que es necesariamente un aparato de combate”
Proust, M.

Acerca del problema

Este ensayo introduce, a modo reflexivo, un problema retomado en la actualidad[1]: el del intelectual y la revolución, o al menos, de su rol de conciencia de las masas, la relación del intelectual con el cambio social. Trataré de presentar una cuestión que es en realidad un punto de convergencia de una serie de artículos presentes en la bibliografía del seminario, para confrontarlos y reunirlos en un ejercicio argumentativo que cuestione ¿Si efectivamente es la década del 60´ el momento de constitución de un campo intelectual Latinoamericano? ¿Quiénes lo componen y qué transformaciones se suceden dentro de él al calor del contexto político que atraviesa la Argentina durante esa década? De forma general y sintética, reflexionar acerca del carácter novedoso o de transformación de estos sujetos y su relación con los cambios culturales, sociales y políticos operados durante ese período, como hacer dialogar las caracterizaciones que diversos autores hacen de esa experiencia, también en tanto resultado de una serie de mutaciones que se descubren para revelar qué hay de inédito en la actualidad, lo cual supone una dificultad, una “incomodidad” afirma Sarlo a propósito de su libro Tiempo pasado, “por la necesidad de fijar una posición en medio de una tormenta de debates recién abiertos sobre la lucha armada, la culpa y las reivindicación ideológica de la militancia”[2]

domingo, 8 de julio de 2007

Celdas líquidas



El miedo vuelve en consternación,
frustración devenida en edificio de concreto,
en una paz que no anuncia ningún sueño,
en una triste tranquilidad sanjuanina,
esa que anuncia que nada sucede,
que no hay escapatoria al barullo de voces ciegas,
amenazando con el estallido sutil,
con la liquidez artificial de nuevos barrotes,
y tras esa nube palpable de calma mentirosa,
tan viscosa que ya ni acariciamos los cuerpos si no está convenido,
tras esa membrana deshumanizante,
que fagocita la libertad (también convenida)
están esos hombres que gritan, lloran e intentan escabullirse,
de los odios trasvestidos en moral,
de la violencia señorona costumbrista
de las verdades producidas a golpes y palabras,
a imagen y ciencia,
esos hombres que se inmolan en una danza, elixir o fantasía.
Entonces pienso en Bataille, y en su celebración lacerante,
Y se me ocurre, para ser menos clara:
¡Al carajo a esos otros cepos del bienestar!
Nada mejor que morir de un ataque de risa...

lunes, 2 de julio de 2007

Animismo

Ese foco bamboleante no ha de decepcionarme.
Su inclinación curva simula la simpatía de su luminosidad
-una que no cesa a pesar de los tropezones y caídas-
ante lo ridículo de su precaria estructura.
El estandarte que lo sostiene, en cambio, se ha arqueado
a la manera sospechosa de tanta cosa entrópicamente apilada.

Preferiblemente libros,
-sin clasificación ni orden-
sin otro propósito que la motivación
-casual y azarosa-
de su lectura...

Mis libros están allí para tentar o sanear.
Celebran momentos de distensión,
o excusan a los pensamientos inapropiados para las sonrisas.
Mis libros están allí para ser delirados, sentidos.
Auguran experiencias en mundos ajenos,
o evaden el transitarlos.

Más bien están,
son, viven, hablan, se mueven,
embrollan o aclaran ideas fugaces,
conectan lo difícil e importante
de su lectura...

Estoy notando lo pintoresco y animista de mi habitación.
En realidad es una analogía de lo que deviene en pensamiento,
hablo (estoy) de (en) mi habitación,
porque no quiero referirme (pensar, suceder) a (en) otras cosas.
¿Los objetos se vuelven entonces mis nuevos amigos?
No, solo los noto porque no quiero notar esas otras cosas
o, peor aún, porque no quiero notar la ausencia.