lunes, 19 de julio de 2010

CHANGELING THE LOST-SEGUNDA PARTE


El mundo detrás de la máscara

“Desde niño, es cierto, desde niño. Cuando jugaba en la casa paterna,
en Buenos Aires, lo que más atraía a Jayme, era organizar expediciones
en pos de la Ciudad Encantada. Pronunciábamos los nombres mágicos
como si paladeara dulces:Trapalanda, Elelín…”
Mujica Laínez, “La Ciudad Encantada” en Misteriosa Buenos Aires


Existen infinitos nombres para faeria y tres lugares llamados Arcadia. Uno se encontraba en el peloponeso, un segundo territorio asumido en las fábulas como un paraíso sobrenatural de incomparable belleza y al fin la tierra dominada por las hadas, de aún mayor e inconmensurable hermosura, pero a la vez, una región terrorífica para los humanos.
Arcadia está custodiada por bosques mortales y coloridos, montañas hechas de partes roídas de huesos, junglas de oscuros y retorcidos metales y en sus zonas árticas caen copos de nieve de vidrios partidos. Sus costas están decoradas por fantasmales embarcaciones abandonadas. Todos sus bordes y plieges están rodeados por laberintos de espinas y fuertes tormentas eléctricas.

Nadie sabe con certeza por qué quienes han estado allí perdieron el discernimiento de la realidad y la fantasía. La naturaleza de faeria y sus seres quedó sesgada para los humanos por una cobertura, un manto que la protege. Quienes pudieron escaparse de allí contarán sus historias, pero habrán cambiado su naturaleza para siempre por esa experiencia, por más breve que haya sido aquella estadía. Para algunos, esas historias solo fueron manifestaciones terroríficas de lo siniestro de sí o de su inconsciente, para otros Faeria es una pesadilla de la que no se puede despertar. La realidad conocida ya no existe allí, las leyes de la naturaleza, de la ciencia, de los hombres no rigen ese mundo y la lógica de la magia no se puede comprender sin efectos.
Arcadia está habitada por criaturas de irrestricto poder, dioses y semidioses antiguos, siendo algunos de ellos los más poderosos espíritus de las épocas más lejanas y antiguas de la civilización. Su poder se manifiesta a través de contratos y pactos que pueden cambiar la naturaleza de la realidad. La única forma que un humano tiene para entrar en esa tierra mágica es siendo capturado por un hada o por la apertura de una ruta entre esos dos mundos, no obstante, una vez en el pliegue, la única forma de sobrevivir es con la ayuda de una fae u otra criatura, presentándose ante protectores y benefactores y celebrando pactos con ellos. Estos seres que encantan y esclavizan a los humanos, sin embargo, son incapaces de comprender los sentimientos humanos. Se trata de monstruos, hechiceros, demonios, duendes, elfos, que los changelings podrán ver en su forma original, independientemente de la forma que asuman o la investidura con la que se presenten ante ellos.
Una de las maneras más comunes de llegar a Arcadia es, entonces, la abducción, mecanismo forzado que se describe en los cuentos infantiles. Muchas veces esto ocurre cuando son bebés, pues de esta forma las hadas se garantizan que los niños carezcan de recuerdos de su vida mortal, naturalicen el mundo faérico y trabajen por más tiempo para ellas, que son inmortales. Los adultos, además, ofrecen mayores resistencias. También sueles robar los niños por la fuerza o, en algunos casos, organizan caserías de niños como un juego. En menores ocasiones, los humanos son seducidos por las hadas.
Los motivos de las hadas captoras no son únicos y claros. Se ha dicho que no pueden tener sus propios niños o que se alimentan de ellos. No obstante, en el primer caso, el trato a los changelings dista de ser el de herederos de sus estudios o hijastros. Existen también leyendas románticas que relatan como seres humanos y faéricos se enamoran, pero generalmente esto es producto de un encantamiento y los humanos terminan siendo esclavos sexuales de las hadas o sus concubinos. También a los niños prodigio se los hace trabajar en laboratorios, librerías, como poetas y músicos que entretienen a las hadas; otros hábiles en distintas artes, son artesanos, cuidan jardines o trabajan el metal.
Una vez que los humanos entran a la cobertura o manto, las espinas hacen algo más que lastimar su carne, la adormecen y rasgan su alma. Este efecto de desgarramiento se preserva cuando vuelven al mundo mortal. Sus sentidos pueden jugarles malas pasadas al momento de intentar distinguir conductas sociales, lo que está bien o mal, normas de sociabilidad, hasta el punto de encontrarse en situaciones que hubieran considerado aberrantes antes de entrar a través del pliegue, pues al perder sentido de humanidad, el propio niño no advierte sus transformaciones y naturaliza esos daños en su espíritu. Algunos viajarán a través del pliegue hacia el mundo mortal y se convertirán en los perdidos. Quienes no lo logren devendrán en monstruos que habitan el pliegue y atormentados por las espinas, buscarán robar de otros aquello que han perdido por largo tiempo. Más probable es que aquellos que se adentren lo suficientemente en el pliegue, pierdan su alma entera, propensos a ser encontrados por un hada y enlistados en nuevos servicios. Si logran salir ilesos al mundo mortal, entrar en Arcadia será otra cuestión.
Por otra parte, en Arcadia un humano no podrá sobrevivir sin la ayuda de un fae. Todo en Arcadia existe y funciona como resultado de contratos y juramentos. Sin acceso a ellos, los humanos no tendrán vivienda, sustento, alimento, restos para sus cosas. Sin un mentor fae, que incluya a los humanos en sus pactos, el destino de un humano en Arcadia está sellado. En cambio, si logra celebrar pactos y juramentos, su destino cambiará según esos contratos, siendo que los mismos transforman al changelings, en un principio, de hecho, vuelven a un humano en un changeling. Desde que un mortal celebra un juramento no volverá nunca más a ser un simple humano, su espíritu será parcialmente faérico y quienes nieguen esa naturaleza por largo tiempo pagarán un pesado precio.
A partir de devenir changelings las emociones serán muy poderosas y los sentimientos de los otros serán su alimento. Sentirán alegría y dolor, amor y odio, con profunda intensidad. En algunos sentidos, los changelings pueden hasta sentir que esas emociones han crecido más allá de lo humano y de las posibilidades de la realidad mortal. Pero ninguno de estos poderes y habilidad, y sus beneficios, existirá sin un costo.
El mejor curso les costará muchos enemigos, señores desearán apresarlos y existen criaturas que se dedican a cazarlos. Los humanos mismos son un peligro no letal para la existencia de un changeling. Para estar con ellos y garantizare víveres para sobrevivir, los changelings rechazan su naturaleza fae y esto conlleva a sufrimientos psíquicos y emocionales poderosos.



La fuga

“¿Qué poder tendría el infierno si los allí encerrados no soñasen con el cielo?
Es un alivio en la desesperación tener compañeros de penas.
Estaba seguro de que cuando recuperase todo, me sentiría bien.
Pero me sentía peor que al principio”.

Nail Gaiman, The Sandman

A todo dominio le corresponden formas de resistencia, burlas y atenuantes, de todas ellas la fuga es de las más exquisitas. Los changelings no se contentan con el rol que se les ha asignado bajo el gobierno de las hadas, aunque por otra parte deban cargar con esa experiencia por siempre. En sus intentos de escapar a los señores, lo hacen sigilosamente, burlando el sueño de las hadas o en momentos en que se distrae su atención, usando la astucia, recurriendo a secuaces que los introducen en pasajes hacia el mundo mortal, rompiendo sus cadenas y usando la violencia contra sus captores, batiéndose a duelo con sus poseedores a cambio de su libertad o simplemente logrando ser liberados, a veces sin motivo y otras tantas porque expidió el plazo del contrato. En ocasiones las fugas se producen entre un grupo numerosos de changelings que deberá vencer obstáculos y ayudarse mutuamente para atravesar las espinas y emprender “el camino a casa” que los separará en el final. Estas fugas en grupo han quedado reportadas como verdaderos éxodos.
Cuando un changelings logra escapar de su captor, rápidamente comenzará a preguntarse cuán real es esa fuga, qué es lo que esa experiencia de sujeción ha dejado en él, si le es propia esa naturaleza faérica que presiente o si no es un lazo con su captor que al despertar lo buscará, si todo no es un simulacro, si acaso su captor lo ha dejado escapar para cazarlo, etc. arrojando dudas y temores acerca de su existencia en el mundo mortal.
La vuelta al mundo mortal es de por sí traumática, el changeling experimentará sentimientos de alegría, pero también de temor y frustración. Esto dependerá de su vida con los captores, el tiempo que estuvo en faeria y el precio del escape. No obstante, los changelings no dejaran de ser extranjeros en la que fue su propia tierra. Hijos de un doble y violento exilio.
La principal dificultad en el mundo humano es que ya no son los mortales que eran y a la vez resulta complicada la aceptación y recuerdo de aquellos seres amados y amigos que le conocieron antes de la desaparición. Durante su estadía en faeria los changelings debieron mantener en equilibrio su humanidad y su naturaleza faérica. El costado humano era muy importante para sobrevivir, puesto que de lo contrario perdían sus sentidos de realidad, viviendo atemorizadas sus almas. Caerían en depresión, fobias, alucinaciones, compulsiones, etc. En el otro extremo, en la tierra de los mortales, deberán conservar su lado faerico o de lo contrario quedarían expuestos a terríficos peligros mentales y emocionales.
La apariencia del changeling refleja en su espíritu y su cuerpo la influencia de su captor según el contrato contraído y esto los distingue a cada uno de otros perdido y se agrupan según estas afinidades (kith) que, de cualquier forma, lucirán diferentes en cada quien. Se trata de una apariencia psíquica, que será muchas veces ocultada de diferentes formas ante la mirada de los mortales (mien). No obstante esta cobertura nunca cambia demasiado respecto de la apariencia original del changeling hasta el punto de hacerlo irreconocible. Quienes logran hacerlo jamás encuentran su camino a casa, pues serán incapaces luego de reconocer sus vidas y rastros mortales. Sin embargo, las manifestaciones psíquicas de los changelings no son visibles a los ojos de los mortales, ya que están cubiertos por un encantamiento llamado la máscara.
Por otra parte, faeria es un lugar que no responde a ninguna ley física o natural, tampoco de nuestro tiempo, por tanto, en el regreso, podría ser que el changelings trabajó durante décadas para un hada y solo estuvo perdido una semana para los mortales, o al revés, tan solo pasó unas semanas en Arcadia y al regresar pasaron muchos años de su desaparición y para todos sus afectos ha pasado el tiempo.
Una de las mayores dificultades que encuentra el changeling al llegar al mundo de los mortales es que al tratar de recuperar su vida normal, esta esté siendo ocupada por una réplica de sí mismo (fetiches). Las hadas, seres manipuladores, han creado un simulacro de sí, que intentarán hacer pasar al changeling ante su familia como el verdadero, revelando sus mentiras y haciéndolos confrontar con sus seres amados y viceversa. Los fetiches no son humanos y cuando son asesinados degeneran en un montón de basura, huesos, madera y una sombra que regresa a sus dueños captores. Destruirlos puede ser un paso importante en el camino de recuperar sus vidas, pero en ocasiones, los changelings con sentido de claridad y ley, dejan el beneficio de la duda sobre si ellos no son simples recuerdos de algo que fueron hace mucho tiempo y que no volverán a ser nunca más. Es decir, matar a un sustituto no reduce el conflicto de identidad.
Los patrones de normalidad y la racionalidad con los que la mente humana construye sentidos y versiones de la realidad, estallan cuando un ser humana traspasa el pliegue. Filosófica, psíquica y físicamente la realidad se presenta y se expresa de otra forma inaprensible por estos parámetros y normas sociales del mundo mortal. De modo que un changeling que vuelve de una larga temporada en Arcadia posee una versión distorsionada de la realidad tal cual la representan y comparten según convenciones sociales el resto de los seres humanos. Sus reglas han cambiado, no del todo, pero lo bastante como para verse afectado. En ese proceso el Changeling deberá moverse en una línea delgada entre lo humano y lo faérico. Este equilibrio que le permite esa ambigüedad es una de los factores más importantes para la vida de un Changeling y se denomina Claridad. Permite no perderse a sí mismo en el proceso. Aunque excesiva claridad contiene el riesgo de la pérdida de la naturaleza faérica, o al menos su olvido, lo que es sumamente peligroso para un changeling. Un poco de claridad y un tanto de locura, permite conservar la certeza de la existencia del mundo, pero según otras reglas y una mirada particular que, de todas formas, a alguien podría resultarle enferma, bizarra, rara, etc.
Justo como al despertar a la realidad a menudo se recuerda las más fuertes experiencias vividas en un sueño. De modo que las experiencias sufridas en faeria corrientemente se confunden en los recuerdos, en los sueños y en la realidad mortal. Esta confusión es fundamental para comprender el mundo de changeling. También es importante puesto que ese retaceo de imágenes impide al changeling constituir una identidad y un estatuto social pues no pueden ubicar un origen y una historia común. Es la base a la vez del conflicto del juego. La búsqueda de recuerdos y memoria será un bello objetivo para una historia ¿Qué es lo que nos ha pasado? Es una pregunta frecuente.

El primer contacto

“Un pez nada en el fondo de cada cosa
Pez de terror que tú extraes desnudo;
Yo te arrojaré mi manto de imágenes”.
Lanza de Vasto

Uno de los eventos más significativos para un changeling es su primer contacto con el mundo mortal y con otros abducidos. Pues es a partir de ese contacto que el changeling comenzará a sentir de nuevo que está retornando al mundo mortal. En esta camaradería, muchos changeling se agrupan y forman comunidades para protegerse entre ellos y a otros de las hadas. Las comunidades o bandas les proveen de un sentido de pertenencia, entre tanta hostilidad; además de que comprenderá los peligros y dificultades que experimenta un changeling, otorgándole un nivel de aceptación y comprensión que no encontrará en ningún lugar del mundo mortal.
Muchas de estas comunidades están bajo la égida de las grandes Cortes, con sus intrigas y políticas. Si bien su estructura imita a una corte, no es idéntica a éstas. La comunidad además satisface el contacto pseudo-humano, pues el changeling no es simplemente un humano, de modo que también necesita estar en contacto con su lado faerico, para mantener un cierto equilibrio en su naturaleza. Las comunidades tienen una estructura similar a las cortes, son profundamente diferenciadas en jerarquías, liderazgos y libertades de sus miembros. En el caso de quedar en una comunidad liderada por un malvado, por ej., el changeling puede tomar el riego de escaparse hasta encontrar alguna otra.


Un nuevo comienzo reclamando lo viejo

“Me acerco al espejo y miro mi cara de cerca
Sin embargo no tengo ya el aspecto de una chiquilla, diez años
¿A qué me parezco?”
Michel Tournier, Amandine o los dos jardines

Intentar simplemente retomar sus viejas vidas es raramente una opción para un changeling. Al respecto, los changelings son prevenidos por otros con más experiencia en el mundo mortal. Resulta complejo para un changeling contar la verdad acerca de su naturaleza a los humanos. La magia faerica lo impide y en caso de hacerlo la “claridad” abandona al changeling, más y más…No podrá emplear pruebas y razonamientos para demostrar su historia y ante los humanos aparecerá como un demente o un embustero. No obstante, es posible comunicar estas experiencias de otras formas: algunos inventan historias que no se pueden probar, pero que son más agradables o preferibles de creer. Pero para que estas funcionen no deben existir obstáculos como el tiempo de la ausencia (¡Cómo justificar que han pasado veinte años!), un reemplazo o fetiche que muriera en su lugar. Por ello algunos changeling creen imposible recuperar sus vidas y ven en esta una posibilidad de empezar de nuevo o crear una nueva vida. Aún así, suelen quedarse cerca de sus hogares antiguos, monitoreando a su familia, pero sin revelar su verdadera identidad. Para otros, es demasiado peligroso y prefieren vivir en cualquier otro lugar.


El pliegue
“Lo que importa es la idea de un mundo que está plegado,
en el que todo es pliegue de pliegue,
de tal suerte que nunca se llegue a algo completamente desplegado”.
Gilles Deleuze

La existencia de espinas macizas que rodean faeria es un misterio para los perdidos. Nadie comprende el por qué y el cómo. La única certeza y recuerdo sobre el pliegue es que al atravesarlo cuando fueron abducidos sufrieron un desgarramiento y un profundo dolor. El pliegue tiene una naturaleza mutable, movida por un elemento psico-activo con un efecto superior al de la magia faérica. Está rodeada por un fuerte Wyrd y dentro se mueve por su propia dinámica caótica. Cuando se está dentro, se manifiestan el aspecto y la forma psíquica del hada en su expresión pura.
Ciertos aspectos del pliegue recuerdan la realidad disimulando su mutabilidad. Son como oasis tramposos. Por eso mismo, los humanos intrusos no podrán detectar caminos fáciles. En el pliegue, para los humanos, no hay retorno. Mientras que los perdidos pasan más fácilmente que un simple humano. Además, para que un humano ingrese debe haber un intermediario mágico directo o incidental. Asimismo tiene que estar en una locación precisa, que en verdad es teórica, pues no se está seguro de ella. Algunas de estas locaciones son más agradables para adentrarse en el pliegue, depende también de la situación. Las entradas son puentes o caminos que, una vez abiertos, ya no son susceptibles de cerrarse verdaderamente. Esos puentes o caminos son de todas formas muy difíciles de encontrar, pues sus límites están bordeados por vastos y peligrosos laberintos, en los que es fácil quedar atrapado.


Trods

Los trods son lugares de los que emana glamour. La leyenda versa que existen fuera del pliegue lugares ideales en donde es posible que convivan las dos naturalezas del changeling.
Algunos changeling hacen nichos o guaridas cerca de allí o los usan como santuarios, con la protección de viejos acuerdos de hospitalidad. Entre los beneficios se encuentran: nuevos contratos y juramentos, frutas de los gobligs, tesoros, ser parte de una historia de hadas, etc. Pero estos lugares son de todas formas peligrosos para un changeling. Demasiado tiempo en el pliegue, aún a salvo, puede volverlo adicto al espíritu faérico, llevándo al changelig a perder claridad y por tanto a no poder distinguir o distinguir cada vez menos la realidad de la fantasía.

Historia y modernización

Los changelings viven más de lo que vive ordinariamente un mortal. Cuando regresan, por lo general, son apenas un poco más viejos que cuando se fueron, sin embargo, como mínimo, para el mundo mortal pasaron 50 años. Los desfasajes entonces en plena modernización del mundo afectan a los changelings. Aun así la modernidad e Internet proveyó de nuevos saldos a la sociedad changelings, porque con anterioridad a los 80´ la mayoría de los perdidos que estaban solos en una ciudad tenían pocas posibilidades de encontrar a otros, sin saber dónde encontrar un trod o refugiarse. En consecuencia, las comunidades pequeñas o individuales fueron frecuentes. Las cortes fueron así por tradición las que se dedicaban a encontrarlos y establecer comunicaciones entre sus miembros. A partir de los años 80’ fue creciendo la posibilidad de contactos por otros medios, especialmente Internet, que fue agente de comunicaciones y migraciones de changelings.
Hizo falta primero que comprendieran la complejidad de Internet, por eso, adquirir esta habilidad no es tan fácil y depende del tiempo que estuvo perdido. Solo un pequeño grupo de changeling navega en la red regularmente y son muy cuidadosos de dar información personal por esta vía. Actualmente, son muchos los que forman parte de comunidades virtuales, listas de e- mails y websites sobre misteriosas abducciones, por ejemplo, para entender más sobre faeria y de su condición, así como para contactar changelings perdidos. No obstante, chatear y viajar con distintos destinos es muy peligrosos, porque agentes faéricos y otros enemigos pueden localizarlos.

Sentirse a salvo…

Una gran dificultad para el changeling es su necesidad de sentirse a salvo. Luego de ser abducidos y escaparse, creen o sienten que algo los persigue o que en algún momento puede darse vuelta la historia contra ellos, al igual que opera un efecto traumático en una persona. Este miedo aumenta en su recién llegada de faeria y con el tiempo se irá disipando. Se manifiesta comúnmente en ataques de pánico, paranoia o cierta violencia, terribles pesadillas, etc. Algunos enfrentan sus miedos estudiando leyendas y mitos del mundo de la oscuridad y el pliegue. Otros van en misiones encubiertas.
La paradoja entre el miedo y el deseo de seguridad o estar a salvo, obsesiona a los changeling con excepcionales peligros que a veces no les permiten darse cuenta o conocer a sus enemigos y su naturaleza. Otros en cambio, se vuelcan al ocultismo estudiando leyendas o tradiciones de tierras, eras y criaturas; pero por lo general terminan alterando buena información, elaborando, por ejemplo, teorías conspirativas. Esta característica también los vuelve misteriosos para otros poderes y criaturas sobrenaturales, pues los changelings ocultistas descubrirán y reconocerán el miedo de un vampiro, mago u hombre lobo cuando tienen alguna conexión o alianza secreta con las hadas. Como resultado, el changeling, por más interés que tenga en ellas, no confiará en estas criaturas y se alejará de ellas.


La vida del changeling

La vida del changeling encarna muchos peligros. Primero, porque son seres marginales, no tienen identificación legal, si son menores tienen dificultades para autosustentarse, si son mayores no saben buscar trabajo o no tienen habilidades requeridas…además, desconocen las formas de relacionarse socialmente, suelen confundirse con el pasado, sufren afecciones psíquicas, etc…Por ello unirse a otros como ellos es una necesidad. Volverse parte de la sociedad changeling es fácil porque al salir del pliegue encontrarán seguro una comunidad, pues las salidas son zonas de alta población de perdidos y les serán fáciles de reconocer por sus apariencias.
Los tres hitos de la vida del changeling son: confianza, hospitalidad y secreto.
Al changeling le cuesta confiar, mientras a la vez se ve obligado a mentir todo el tiempo sobre ellos y sus experiencias. Quizá desconfíe a raíz de ello mismo. Es probable que encuentre a un humano en quien confiar, pero solo uno y cada tanto. Para con ellos mismos los changelings elaboraron un complejo sistema de contratos y juramentos para relacionarse entre sí. En consecuencia, confiar en otro changeling o hacer un mutuo juramento o alianza es un acto de compromiso que el Changeling no toma a la ligera.
Los Changelings, comúnmente afectados psíquica y emocionalmente, suelen oscilar entre la confianza absoluta y una distancia emocional provocada por un intenso terror que puede derivar en locura o violencia. Por ello los juramentos son la parte más importante de la sociedad changeling. A través de ellos se pueden sentir relativamente a salvo e interactuar con sus compañeros y colegas. También, debido a que solo pueden hacer un número limitado de juramentos a la vez, muchos changelings recurren a alianzas o acuerdos no sellados como el juramento, se trata de contratos, que pueden ser rotos. Generalmente se celebran en presencia de compañeros o vecinos. De modo que la reputación es lo que se pone en juego cada vez que se rompe un contrato.
La vida en la comunidad y establecer relaciones seguras con otros de su tipo responde también a ese deseo de seguridad y minimización de riesgos. Dentro de ella los duelos son aceptables pero no la violencia y la ruptura de contratos, que traen mala reputación, además de sentirse más protegidos de ataques, cacerías o posibles nuevas abducciones. En estas comunidades se establecen reglas de hospitalidad en casas o lugares comunes o públicos que se encuentran marcados generalmente con un íncono, señal, graffiti. En esos lugares los changelings deben hacer honor a las promesas y frenar un exabrupto de violencia con contratos o poderes psíquicos contra otro changeling. Quienes realizan las marcas no solo estarán cubiertos por las reglas de hospitalidad, sino que deberán defenderlas con la fuerza y sus vidas.
Finalmente, para un Changeling vivir en el mundo mortal implica tener que guardar secretos. Revelar su naturaleza verdadera a los mortales puede resultar en locura, incredulidad o llamado a una suerte de consejo de changelings. Además, los mortales no suelen aceptar estas verdades o terminan sintiendo más miedo que simpatía, pues es difícil de comprender. Tal revelamiento expondrá al changeling a toda una serie de peligros, especialmente si los mortales hablan de estas cuestiones con extraños, hadas o simples mortales que intentarán exorcizarlos, encerrarlos en asilos o exponerlos a tratamientos violentos. Porque la razón más importante para preservar el secreto es no tener cuidado de ocultar su existencia para no ser encontrado y recapturado por un hada. Este es el más real de los miedos de un changeling.

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