martes, 7 de agosto de 2007

Disciplina Rosa

Surgió una dificultad al momento de caracterizar una noticia del día de hoy en la que me detuve, quizá por su origen ambiguo, entre cómico, nota color o policial, y que me indujo, a mi y a otros, no solo a la broma sino a considerarla interesante (quizás justamente porque tuvo el valor de hacernos reír, más bien porque me adentré a otros temas). La información que difundieron los medios, como curiosa, graciosa o ejemplar (no lo se), es que en Bangkok los policías que cometan faltas leves deberán llevar brazaletes de "Hello Kitty".La medida establece que los infractores se coloquen durante varios días esa insignia rosada, en la que se ve al personaje sentado sobre un par de corazones. El objetivo, dice Clarín, es causar vergüenza en quien lo lleva, con el fin de mejorar la disciplina de los agentes. Hello Kitty, pero especialmente la vergüenza, como estrategia de disciplina, llamó mi atención. Se afirmó que con esta medida, los agentes de División de Supresión del Crimen que realicen faltas como tirar basura al suelo, estacionar ilegalmente o llegar tarde a trabajar (fuentes de la vergüenza civil) tendrán que llevar durante varios días la insignia de color rosa con un dibujo del personaje animado sentado sobre un par de corazones. Según los jefes policiales tailandeses, el brazalete de Kitty está diseñado (para emvidia de James Bond) para causar vergüenza al que lo lleva. "Esto ayuda a crear disciplina. No debemos dejar que las ofensas pequeñas pasen desapercibidas", dijo el lunes. "Los agentes culpables tendrán que llevar los brazaletes en la oficina durante varios días con la orden de no revelar sus ofensas. Que la gente averigüe lo que han hecho", agregó. Rápidamente me asombro de los avances en las tecnologías del control y me pregunto, por otro lado, por qué se les permite a los infractores no tener libertad para decidir contar o no acerca de sus faltas. Aquí hay también un llamamiento a responsabilizar al ciudadano de sospechar e investigar al infractor o simplemente identificarlo, sin conocimiento de causa, como corrupto, desobediente o bárbaro.
Pongpat Chayapan, coronel de la policía tailandesa, explicó que la idea se basa en la teoría policial de las "ventanas rotas", usada en Nueva York en la década de 1980 y 1990. La teoría argumenta que endurecerse contra los pequeños delitos lleva a una reducción de las ofensas más serias. He aquí una curiosidad, La teoría de las ventanas rotas pertenece a dos criminologos, James Q. Wilson y George Kelling, y se basa en la premisa de que el crimen es el resultado inevitable del desorden. Estos criminólogos encontraron que los actos delictivos o el crimen, en cualquier ciudad, era mayor en las zonas donde prevalecía el descuido, la suciedad y el maltrato a los bienes públicos, o sea de las fuerzas que tienden a una suerte de estado natural de las cosas, o la entropía. Una ventana rota en un edificio, (de ahí el nombre de esta perspectiva) si no era reparada prontamente, era potencialmente la antesala para que todas las demás ventanas fueran también dañadas.
La teoría se inspiraba en los trabajos de Zimbardo, quién anteriormente había encontrado un efecto causal en esta relación descuido-crimen. En 1969, Zimbardo condujo un experimento científico-criminológico: dejó dos autos abandonados, de igual marca, modelo y color, uno en Palo Alto, California, y el otro en el Bronx, Nueva York. El primero permaneció una semana intacto, mientras que el otro fue robado y semidestruido. Sin embargo, la suerte para el automóvil de Palo Alto cambió cuando el mismo Zimbardo le rompió una ventana.
Para algunos, sobre todo los eruditos sociólogos, la conclusión es clara: un auto con una ventana rota que permanece sin atención, es un auto que a nadie importa, y por tanto se le puede saquear. Si una comunidad proyecta una imagen deteriorada y aparenta no importar a nadie su cuidado, mostrará como consecuencia un aumento del crimen. Las manifestaciones más comunes de este deterioro son las ventanas rotas de los edificios abandonados y el graffiti, aparentes fuentes simbólicas potenciales de la criminalidad. ¡Cuánta neurosis estatal! De cualquier manera, según otras fuentes secretas mías, parecería que los hechos recientes en Francia, han desmentido al menos el ejemplo automovilístico de esta teoría, puesto que los blancos de las quemas de los musulmanes organizados no eran autos en desuso o que a nadie importaban.

La teoría podría ser asociada, más bien su trasfondo, con una idea bastante en boga en la sociología y psicología norteamericana actual, sobre todo en sus vertientes ambientalistas y de divulgación, que suponen que toda conducta está inducida o condicionada por el contexto. Hay un libro de un tal Malcolm Gladwel, La frontera del éxito, editado por Espasa en el año 2001, en el que se retoma esta idea, bajo una nueva conceptualización de fenómenos diversos. El libro nos introduce a esta visión epidémico social con dos casos concretos. El primero describe cómo los anacrónicos zapatos clásicos Hush Puppies (en Estados Unidos, porque acá son más que anacrónicos inaccesibles) de los años 60 se pusieron masivamente de moda recientemente en EEUU. El segundo, en igual orden de importancia, nos habla del descenso brusco de la delincuencia en New York en cinco años, del 92 al 97, en más de un 50%. Según Gladwell se trata de dos ejemplos de conducta contagiosa. Es decir, va más allá de los criminólogos, haciendo una analogía entre hechos sociales del tipo de los descriptos con las epidemias víricas, detallando claramente como una ligera variación en la tasa de infección de un virus puede romper el equilibrio entre enfermos y recuperados para generar una epidemia. La pregunta de Gladwel es similar a la que se hizo Pongpat Chayapan y tantos más
¿Cómo controlar estas epidemias? A partir de la misma lógica, el mismo poder se sirve de la entendimiento epidémico, del contagio del control, a modo endémico, a los fines de administración del control no solo de diversas instancias burocráticas sino de la misma sociedad civil. Para Gladwel los agentes epidémicos son “los especiales” (curioso nombre, jeje!) organizados en tres grupos: conectores, mavens y vendedores natos (parecen los cargos de una compañía de teléfonos) Nos habla de cómo los sociólogos han descubierto la estructura de las redes de relaciones entre individuos y de la importancia de algunas personas en estas redes. ( Y sí, para él uso de los celulares y sus redes son ejemplos también de conductas epidémicas ) Los conectores son personas que conocen a un montón de gente, a los que podemos acceder en "pocos pasos" a través de esa red de relaciones y que se manejan en distintas subculturas y estratos sociales ( como los inmigrantes ). Los conectores pueden ser los iniciadores de una epidemia cuando una noticia que les parece interesante llega a ellos. Los conectores son especialista en gentes, los mavens son especialistas en información. Maven proviene del yiddish y significa 'el que acumula información'. Hace unos diez años que los economistas identificaron a esta clase de personas, se conocen también como los vigilantes de los precios. Poseen un montón de información contrastada sobre precios, productos o lugares de interés. Y les encanta ofrecer su ayuda y consejo al respecto por pura motivación social. Por último, los vendedores natos son aquellas personas que poseen una capacidad natural para convencer. Para describir esta vaga cualidad, Gladwell diserta sobre microritmos culturales, sincronía interactiva, contagio emocional y empatía. Los nuevos delincuentes o anormales, como el poder, han adquirido entonces también habilidades económicas y comunicacionales. Así, para este autor, siguiendo a la teoría de las ventanas rotas, el control de los delitos menores en la ciudad de New York constituye el elemento clave responsable de la brusca disminución de violencia y crímenes, siendo los factores propulsores que han sido controlados los graffiti, la mendicidad agresiva o los desordenes públicos, que serían ejemplos equivalentes a los cristales rotos en una ciudad. En el caso de Tailandia, los agentes del desorden serían quienes deben impartir el orden, para ellos, este nuevo tipo control pasa entonces por advertir/ intimidar sobre la pena civil: la exposición pública y vergonzante de la falta volviendo al agente un hazmerreír por portar un brazalete femenino (la identificación de la masculinidad de la indumentaria policíaca merece una controvertida nota aparte, ¡quizás quede mono en los uniformes!). Esto se parece a la administración de la agonía de las instituciones en crisis que teoriza Deleuze en su postdata. No es entonces el intento burlesco de disciplina lo original por más bizarro que parezca, tampoco es nuevo el juzgamiento público a la desobediencia civil, sino la teoría que está de trasfondo, la teoría de la epidemia y la marca al enfermo que señala su acceso o su rechazo. Quizá es interesante la nueva forma de administración en las instancias de control, más allá de la cualidad divertida y casi idiota del brazalete, y junto a ella, una más seria, que opone a los individuos entre ellos, cara a cara, y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo, a través del control continuo. Me preocupa esa administración basada en la intimidación, la vergüenza y el miedo, la paranoia de la introducción del virus a las diversas instancias de los ordenadores sociales, según Gladwell, los hakers, los delincuentes, los fumadores y los celulares, los guetos, todo difuso y mezclado, que amenazan al control, a la economía, la vista purista afectada por los mendigos y la salud social, ante lo que ya no se reclama encierro, ni se intimida asustando, sino llamándonos a sancionar a otros; corresponde entonces preguntarnos ¿Por qué y para qué se nos convoca?

2 comentarios:

  1. Igualmente, la verg�enza como m�todo de disciplinamiento es un cl�sico en la historia de la humanidad. Cierto es, tambi�n, que esto va desde el cepo del medio evo, pasando por el gorro de burro en el rinc�n de la clase, hasta el tan mentado escrache, todas son formas de administraci�n de verg�enza social para la repreci�n individual. Creo que el individuo, en un caso de verg�enza, queda estigmatizado individualmente, y en todo caso adquiere una nueva definici�n para su identidad, o sea, es el que hizo algo avergonzante.
    Lo m�s s�dico no es el Hello Kitty, si no el echo de no poder contar lo que se hizo, y fomentar que la gente hable a las espaldas de los dem�s, subiendo a�n m�s el nivel de verg�enza.
    Esto que vos dec�as de los Maven, es, creo, la herramienta escensial de todo este plan: es necesario una persona que se encargue de averiguar que es lo que pas� para subjetivar el echo y transmitirlo a otros, creando el "tel�fono descompuesto". As� el avergonzado no solo es reprimido por su falta, si no que aparte, luego del castigo, debe limpiar su "buen nombre", porque luego de dos d�as, si el tipo tir� un papel al suelo, el resto va a estar diciendo que le tir� un papel a la mujer del jefe.
    Desinformaci�n y verg�enza, de eso se trata la pol�tica de muchos pa�ses del mundo.
    De todo esto, el �nico damnificado real, fue el inmaculado s�mbolo de "Hello Kitty".

    El DoGo

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja!! Reclamamos que Hello Kitty no quede estigmatizado por asociación con la policía !!!!!!

    ResponderEliminar