sábado, 28 de junio de 2008

Lo frío y lo cruel

Anotaciones acerca del libro de Gillez Deleuze. Presentación de Sacher Masoch. Lo frío y lo cruel.

Primera nota

El poder es, antes que nada, un multifacético mecanismo de represión, afirma Deleuze. Las formas que adopta lo muestran en su intimidad más profunda, aquella que, justamente porque lo exhibe, lo vuelve obvio, se mantiene secreta, reprimida, negada. De allí se desprende que eso que no habla, es la violencia misma.
En algún momento de nuestra historia, ciertos aspectos de la sexualidad fueron sometidos al silencio. La sexualidad no era lo que no hablaba, la violencia, sino aquello de lo que no se hablaba, objeto del silencio.
Algunos personajes crearon finalmente un lenguaje para aquello, se trataba de un lenguaje de resistencia: Sade y Masoch, gracias a quienes las parafilias designadas por los psiquiatras adoptan el nombre de sadismo y masoquismo.

El sadismo y el masoquismo no tienen otra relación con el poder que la de ser discursos de resistencia a él, a las formas particulares que adoptó en su presente, al presente al que Sade y Masoch le hablaron. Bataille ya habría discutido la relación del sadismo con los totalitarismos, en la medida de que el lenguaje de Sade no podría ser el del poder. No es tal, porque de serlo no se formularía de la manera en que lo hace. Según Bataille, solo los verdugos emplean el lenguaje hipócrita del poder, que lo excusa en apariencia, lo justifica y le procura una razón de ser elevado. El violento no procede como Sade o como Masoch, sino que es propenso a callarse, a la fullería y a callar a otros.

El Marqués de Sade fue recordado en general por la cultura, y particularmente rescatado por la psicología. Sin embargo, Masoch, quien gozó incluso de más popularidad en su época, con posterioridad, fue condenado al olvido ¿ Qué se juega en este olvido? Se preguntará Deleuze.

Intentando responder esa y otras preguntas, Deleuze analiza el funcionamiento de estos dos lenguajes, que definen asimismo lo específico de cada una de estas perversiones. Esta es una afrenta contra la disolución de esas particularidades en la unidad sadomasoquista. Fue en ese momento en el que se subordinó al masoquismo al sadismo bajo una síntesis a partir del cual Masoch quedó diluído. Masoch fue parte de la constitución de esa unidad, pero a la vez excluído como disfuncional.

Deleuze rescatará a esta figura de múltiples maneras. En principio nos referiremos a la diferenciación del lenguaje del libertino al del masoquista. Doble reflexión del monstruo que fue transformado en uno.

El sadista utiliza un doble lenguaje, imperativo y descriptivo. El primero ordena y el segundo describe las violencias personales. Por otro lado, la violencia impersonal se expresa a través de la demostración, de una suerte de razón pura a partir de la cual sujeta a su otro. Su otro no es un masoquista. No puede haber consentimiento ni entrega. La víctima no se persuade, ni se arregla o se constituye. El Mazoquista es, en cambio, para Deleuze, una víctima que busca un verdugo y que tiene necesidad de formarlo, de persuadirlo, y de hacer alianza con él. No busca un verdugo, busca crearlo, formarlo. Vemos que para el sadista no hay persuasión, creación, ni alianza, la función es imperativa y se supera por la demostrativa e instituyente. La función masoquista es dialéctica, mística y contractual. Corresponden a formaciones político libidinales absolutamente diferentes.
Al sadista le corresponde un tipo de locura: la posesión. Al mazoquista: el contrato.

El lenguaje demostrativo e instituyente sadista, pone en juego la negación. El sadista piensa la muerte. Esta está presente en toda su obra. La negación en dos niveles: la negación como proceso parcial de muerte (pulsiones de muerte) o como ideal totalitario (negación pura, Tánatos en estado puro, instinto de muertee). En la experiencia prevalece esa primera naturaleza, sometida a sus propias reglas y leyes, y a la que imita el libertino en sus actos de violencia. El sadista advierte que el crimen absoluto no existe, en la medida de que destrucción supone creación y metamorfosis, de que desorden es un orden distinto, etc., en sí se decepciona sabiendo que el ideal puro de la muerte es inalcanzable, en consecuencia persigue la multiplicación y condensación de movimientos de las pulsiones negativas y destructivas parciales. Este es el nivel de la experiencia, del yo sadista, que producen actos de violencia parciales a través de la multiplicación de víctimas. Se trata de un placer de demostración. Tánatos corresponde al nivel impersonal, el que revela la razón pura que es capaz de concebir en el delirio la negación absoluta. Tánatos es su fundamento, trascendencia que se mantiene silenciosa, que permite al sadista soñar con un crimen universal. Esta es una forma de captar la muerte, para Deleuze, especulativa, analítica e inductiva (1), a través de un pensamiento frío como lo es el pensamiento meticuloso y monótono demostrativo, apático, es decir que niega a la naturaleza fuera se sí, en sí, al yo.

El lenguaje masoquista, en cambio, pone en juego la denegación y no la negación (2), que no consiste en destruir o negar, sino en impugnar la legitimidad de lo que es, sometiendo a lo que es a una suerte de suspensión o neutralización que permita la apertura de los horizontes de lo dado. Se impugna lo real para sacar a luz un fundamento ideal (lo que no equivale a idealizarlo), conforme a su espíritu jurídico, a su alianza contractual con su otro. Una parte conoce lo real y otra lo suspende en el ideal. Esto ocurre con su propio placer sexual, su placer es objeto de denegación, los suplicios son suspensiones físicas y el suspenso estético y dramático el alma de sus novelas. Así vemos que su captamiento de la muerte es completamente distinta a la sadista, es dialéctico, místico e imaginario. (3)

Nota:La distincion entre instinto de muerte y pulsiones de muerte fueron apreciaciones hechas por el propio Freud y recogidas por Deleuze. Sobre este tema consultar: Deleuze, G. Presentación de Sacher Masoch. Lo frío y lo cruel.

Notas:

1-La función demostrativa Deleuze la analiza a partir de cuestionarse acerca de la multiplicación de descripciones obscenas presentes en la obra de Sade.
2-Asociado por Freud a las resistencias. Deleuze, G. Op. Cit. Pág. 26
3-Un excelente resumen de esta primera parte puede encontrarse en el propio libro en la página 30.

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