sábado, 13 de marzo de 2010

Ágora


Las películas históricas acerca de la antigüedad en este último tiempo adoptaron la perspectiva del relato mitológico e hicieron hincapié en el carácter épico. A la manera de las estelas de los palacios monumentales mesopotámicos o egipcios se trata de relatos en imágenes de las grandes batallas, las celebraciones de las conquistas y de la legitimidad de los poderosos que están atravesadas, en nuestro caso, por modulaciones de nuestros modelos culturales. Se nos dice que esto quizá se deba a la necesidad de la industria cinematográfica de privilegiar la cuestión espectacularista de un cine que nos estimule a volver a las salas. Es lo común establecer hoy la distinción entre películas para ver en casa y aquellas que para apreciarlas mejor es preciso asistir al cine por sus imágenes, por el 3D y por las escenas de acción, grandes montajes, estímulos visuales y sonoros, etc. Sin duda, esto contribuyó a un resurgimiento de los cines, afectados por la industria del DVD y el formato de las series y miniseries adictivas. La trilogía del Señor de los Anillos, una verdadera obra de arte, fue quizás la película que marcó un antes y un después en este sentido. Ahora bien, este solo hecho no explica nuestra afinidad con una concepción de la historia aún interesada en las tramas conspirativas, en los acontecimientos bélicos y las acciones heroicas de individuos que se erigen por encima de las tramas sociales, políticas, por encima de la historia, y se alzan por medio de sus conversiones en sujetos exitosos a partir de haber vencido a sus enemigos. Hasta la Alicia de Tim Burton se transforma en una empresaria exitosa luego de un viaje heroico al que está predestinada y que produce su transformación después de que vence con su espada a un enemigo malvado. ¿ Creemos los tardíos modernos en estos mitos? ¿Cuál es el lugar de la política en estos relatos en el que el mundo es una superficie sobre el que se escenifican las pruebas consigo mismo o con otros a través de una guerra? ¿ Consideramos otra posible forma en que algo acontezca en la vida, que ponga en movimiento a la historia y disuelva los sentidos únicos adjudicados y la transforme? ¿Es posible que lo maravilloso exista, es decir, aquello según lo cual el pasado no es igual a nuestro presente y que aún así lo interpele? Pues aún consideremos a estos relatos ficciones, estas forman parte de nuestros mundos de la verdad. El otro día vi la película Ágora (2009) del director Alejandro Amenabar, cuyas controversias con la Iglesia no tuvieron repercusión en nuestro país. Este conflicto ya viene de un tiempo antes a raíz de la película "Mar adentro". En el caso de Ágora, el escenario es la Alejandría del siglo IV, bajo el dominio Romano. Se narra allí el conflicto entre paganismo y cristianismo a través de la historia de la filósofa Hypatia y parresiasta del prefecto romano, asesinada por los cristianos alejandrinos. Amenabar no intenta una fidelidad, si se quiere documental, en términos históricos. Las ficciones que recrea refuerzan una articulación con nuestra actualidad a través de la historia. Este cristianismo expansionista con su juicio universal mata al pensamiento y a la política. La verdad en el registro de Amenabar quiere decir muchas cosas, hasta incluir la ficción...Se trata de instaurar otra verdad sobre esta antigüedad, que es siempre política . Construye un relato en el que se invierten las bondades del cristianismo y se lo ubica históricamente. Lejos de asimilar a los personajes históricos a héroes que enarbolan esos valores, tanto los del cristianismo como los de la guerra, no cesa de recordarnos que el cristianismo fue un movimiento con ansias de poder que destruyó una cultura donde la libertad y el pensamiento tenían un valor. Todo aquello se hizo en nombre de la salvación de sectores sociales resentidos en sus debilidades. Con Hypatia expresa un punto de vista distinto a la idea de salvación . La vida de esa mujer no es tanto más valiosa que el pensamiento y la libertad. Se rehúsa a convertirse al cristianismo ¿Seguir viviendo a qué costo? La muerte no es igual para todos, hay distintas formas de morir, algunas en las que se pone en juego una libertad. Rescata así otra concepción de la política a través de la figura del filósofo, en tanto parresiasta, un decidor de verdad que ejerce esta actitud ante el poder con coraje y libertad.
Hacer un cine histórico realista es una falsa apariencia, como afirma Paul Veyne, "La sofisticación más extrema (fabricar lo real con nuestra realidad ¡qué preciosismo!)". En ese sentido, esta película es histórica y es política. Se trata de una política de la verdad. Hay sociedades en las que cuando termina la película se deja de creer en sus verdades o cambiamos de verdad. Ya no hay cuerpos sudorosos en combate, hay restos de pochoclo en una butaca junto a nosotros. En esta, es posible considerar que todo aquello sigue teniendo fuerza y nos hace pensar sobre nuestro presente. Este quizá sea un nuevo tipo de cine político, ya no ideológico. Se trata de un cine que plantea los problemas en términos de valor y que recurre a la historia para poder formularlos . No hay héroes ni hombres sino actitudes o libertades que se le oponen a la necesidad y a las políticas fundadas en el resentimiento. En este sentido, Amenabar hace eco del llamado de Nietzsche: "...Aún cuando aceptásemos con gusto este destino de ser descendientes de la Antigüedad y nos decidiéramos a tomar esta tarea vigorosamente en serio y con grandeza, haciendo de este vigor nuestro único y distintivo privilegio (...) estaríamos obligados a preguntarnos si nuestro destino sería el ser siempre los discípulos de la antigüedad declinante. Un día u otro sería permitido fijarnos una meta progresivamente más alta y más lejana, en un momento a otro, deberíamos poder gloriarnos de haber recreado en nosotros - también mediante nuestra historiografía universal- el espíritu de la civilización rumano-alejandrina de modo tan excelente y fructífero que, como máxima recompensa, podemos proponernos la tarea todavía más grande de remontar este mundo griego, buscar nuestros modelos de lo excelso (...) Allí encontraremos también la realidad de una cultura esencialmente ahistórica, y a pesar de ello, o más bien por eso, indeciblemente rica y llena de vida" (Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida, pp. 120-121).

2 comentarios:

  1. Justo andaba con ganas de ver esta peli. Aprovecho y te hago una consulta, ¿por qué "por un blog menor"? Qué significa?

    Un beso

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  2. Buenísimo ile! es muy interesante lo que planteás, acontecimientos cinematológicos - cada vez menos grafía. Una trama como la de Ágora instaura otra lógica, la del valor; no la del rédito económico, sino la instancia de valor.

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