martes, 21 de abril de 2009

Mister Lonely


Hace tiempo que esperaba tener un encuentro a través de una película. Buscaba a Herzog y, por accidente, entré en una página en la que se anunciaba su presencia en una película de Harmony Korine. No conocía a Korine, había escuchado hablar de su film Gummo. Investigué un poco y encontré una sumamente interesante entrevista realizada nada más y nada menos que por Gus Van Sant al joven cineasta. Allí Korine hablaba de su segunda película hecha bajo el dogma 95.Todo indicaba que Korine tenía algo para decir. Se refería en esa entrevista a sus esfuerzos por desaparecer de sus films. El cine parece ser un género en el que el autor lo es todo y, sin embargo, Korine quería una película que pareciera caída del cielo.Mister Lonely (2008), su última película, era algo así para mí. A pesar de que no tuvo buenas críticas en Cannes, probablemente porque esperaban algo más oscuro en su discurso y una versión más experimental como la de sus anteriores películas, a mí me pareció que es un excelente film que le habla a nuestro presente de una manera un tanto cifrada y disparatada, con humor y un dejo de tristeza. La película a grandes rasgos trata de la subjetividad de nuestra época y especialmente del miedo a la muerte y de la soledad a través de unos personajes que son imitadores de grandes artistas de Hollywood. La soledad organizada, clasificada e impuesta por el olvido se debate con el intento de preservación de la belleza de la vida a través de los otros llevando incluso una vida solitaria. Un hombre cuyo yo ha sido quebrado entre el mundo ficticio de las estrellas ejemplares que perderán progresivamente su brillo y la realidad implacable de los que llama los países rotos, privados del entendimiento y sumidos a la sobrevivencia, que esperan milagros del cielo representados en monjas haciendo danza área. El imitador de Michael Jackson (Diego Luna) parece confirmar la identidad de un hombre al margen de todas las relaciones sociales con los demás, que ha dividido su yo para devenir en la estrella pop. Su soledad se revela más agudamente en compañía de la indiferencia del mundo, abandonado de todos los demás, a diferencia de su situación con de los demás imitadores en un castillo escocés, Lincoln, James Dean, Madonna, el Papa, la Reina, etc. en donde encuentra una grata experiencia que hace posible el diálogo consigo mismo. Esta posibilidad se la otorga en dos ocasiones Marilyn Monroe. La primera es viajar al palacio de los imitadores. Allí, siendo un hombre solitario, podrá hablar con su otro yo por medio de un grabador. La segunda, tras la muerte de los rebaños y de dios (las monjas no sobreviven al aterrizaje), y luego de la propia Marilyn (que nunca encuentra su identidad sino el destino de la estrella) se le revela el problema de esa vida solitaria y es que el imitador de Michael Jackson ( y no ya la estrella) necesitará de los demás para convertirse en uno de nuevo: un individuo cuya identidad no puede ser confundida con la de ningún otro, aún este sea Michael Jackson. La confirmación de la identidad dependerá del encuentro con el mundo y las otras personas que habitan en él. No hay posibilidad de uno mismo en un mundo en el que no hay espacio entre los hombres, en el que no se distinguen. Sin la gracia de la compañía y el reconocimiento del otro, incluso del otro que habita en nosotros, el invitado de los invitados para Nietzsche, todos los hombres parecen el mismo. Lo insoportable es el abandono de nuestro propio yo afirma Arendt, de la dualidad que nos permite el pensamiento y la experiencia, pero que solo puede confirmarse en la compañía de los iguales. Me alegro de haberme encontrado con Korine.

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